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Pod ECM
Pod ECM remolcado
Respecto a las contramedidas pasivas, tenemos el chaff y las cintas metálicas. El primero consiste en unas minúsculas fibras de plástico recubiertas de aluminio, material reflectante al radar. Estas se compactan en unos pequeños paquetes que son lanzados por el avión y que se expanden formando una gran nube. Desde el punto de vista del misil, éste detecta la aparición de nuevos objetivos, ya que a pesar de ser un conjunto de fibras, su separación es inferior a la amplitud del radar y lo detecta como un objeto sólido. Las cintas metálicas funcionan igual salvo que en este caso son unas largas cintas de aluminio. Recientemente se ha desarrollado un nuevo sistema consistente en un pod remolcado por cable que emite las ECM atrayendo toda la atención del misil a él, librando al objetivo de todo peligro.

Otra opción de misiles semiactivos son los guiados por láser. La plataforma equipa un láser que enfoca sobre el objetivo, mientras que el misil incorpora una cabeza buscadora sensible al mismo. Es muy utilizado en armas anti-carro y en general para ataques que requieran mucha precisión. La contramedida más efectiva contra este tipo de arma es la de ocultarse tras el humo.


Activos

AIM-120
Radar activo del AIM-120
Finalmente en el campo de los activos solo tenemos un tipo de guía que es el radar. Aquí el misil dispone tanto del emisor como del receptor. Este conjunto, a pesar de constituir un radar muy simple, es suficiente para iluminar y así poder seguir su objetivo, e incluso buscarlos por si mismo. Sin embargo no hay que olvidar que este radar va a ser de un solo uso y por lo tanto se procura hacerlo lo más económico posible. Esto implica que su alcance sea reducido, por lo que en misiles convencionales (Generalmente Aire-Aire), la mayoría del trayecto se haga mediante guía inercial o en modo semi-activo, para una vez llegado a una distancia cercana al objetivo, ya se active su radar. Este tipo de guía fue creada porque aún siendo un sistema notablemente más caro que cualquier otro, permite a la plataforma de lanzamiento buscar nuevos objetivos en lugar de mantener iluminado al actual. Otra ventaja es la de permitir alcances muy superiores; Por ejemplo a la hora de lanzar un misil a ciegas sin conocer la posición del objetivo al encontrarse éste tras el horizonte. Se le programa en el sistema inercial la ruta hacia la ubicación aproximada y una vez allí enciende su sistema que ya engancha al objetivo. Esta táctica suele usarse en guerra naval, al darse en grandes rangos y estar los objetivos a ras de suelo. En cuanto a las contramedidas para enfrentarse a este tipo de misiles, comentar que son las mimas que para los misiles semi-activos guiados por radar.


Otros sistemas de guía

Por su singularidad veremos aparte el sistema de “beam rider” que viene a significar guiado a través de rayo. Este es uno de los sistemas más primigenios pero a la vez complicados, comparado por ejemplo con el sistema pasivo. En este caso, la plataforma equipaba un radar de seguimiento para obtener parámetros precisos sobre el objetivo y su trayectoria. Estos datos son procesados y enviados a una estación que enviaba un rayo en una longitud de onda determinada (radar, radio) con la trayectoria que debía seguir el misil. Por su parte, este último incorporaba unos sensores que detectaban el rayo. Una vez lanzado, se metía en la trayectoria del rayo que tenía diferentes secciones longitudinales que el misil podía interpretar para saber si se estaba desviando y por que lado. Este sistema fue creado por los alemanes en la Segunda Guerra Mundial para guiar a los bombarderos en los ataques nocturnos sobre las ciudades inglesas y recibía el nombre de “Knickebein”.

También comentar que en un misil, lo habitual es que haya varios sistemas de guía combinados. En los de corto alcance, lo normal es uno, pero ya en medio y sobre todo en largo, se usan diferentes sistemas para cada etapa del viaje. En misiles de rango medio y largo, por lo general se monta un sistema principal que será el que defina el tipo de misil y que actuará en su etapa final. En caso de ser un misil semi-activo, estos sistemas adicionales se omiten, pero en pasivos y activos suele incluirse el binomio inercial + radiocomandado. Estos lo guiaran hasta que se encuentre lo suficientemente cerca como para enganchar al blanco con sus propios sensores. Se implantan estos dos ya que el inercial, a pesar de ser menos efectivo permite a la plataforma olvidarse del misil. En caso de no existir problema para efectuar un seguimiento con el radar durante la primera etapa, se usará el sistema radiocomandado, mucho más eficiente.


Misiles Aire-Aire

Box
Las apretadas formaciones de bombarderos hacían poco recomendable acercarse para exponerse a sus ametralladoras
Los misiles Aire-Aire son lanzados desde un avión o helicóptero, por lo general un caza y su objetivo es atacar a otra aeronave. Para entender su función hay que remontarse a 1.903, cuando nació la aviación de los hermanos Wright y rápidamente los militares se fijaron en ella como una gran plataforma de ataque, reconocimiento y transporte. Su primer gran conflicto fue la Primera Guerra Mundial donde multitud de pequeños cazas se enfrentaron entre sí con ayuda de ametralladoras, aunque en caso de necesidad se recurrieron incluso a ladrillos, como denunció un piloto francés al aterrizar con un agujero en su ala provocado al lanzar un piloto alemán este elemento de construcción contra el avión galo. Después llegó la Segunda Guerra Mundial donde la gran protagonista fue la aviación. Los aviones se hicieron más grandes y resistentes. Los pesados bombarderos estaban blindados al igual que los cazas y resistían mucho fuego de armas. Por ello los cazas, además de ametralladoras, empezaron a equipar cañones de hasta 30mm (Mk-108 alemán por ejemplo). No obstante, los bombarderos comenzaron a equipar además de su resistente coraza, unas ametralladoras defensivas en diferentes puntos que hacían poco recomendables los acercamientos para atacar por parte de los cazas. Otra cuestión es que el combate aéreo no era sencillo. El armamento iba fijado en el avión, de forma que para apuntar las ametralladoras y cañones, era necesario apuntar todo el caza en sí no bastando con apuntar el arma como hacen por ejemplo los carros blindados. A esto hay que unirle que los combates se desarrollaban a velocidades de 600 y 700 kilómetros por hora.

Por todo ello, el arma que se perfilaba como idónea era una que pudiese infligir daños a los aviones enemigos desde una distancia segura y que pudiese apuntarse sin demasiadas complicaciones. Un cohete guiado o lo que es lo mismo, un misil. De estas necesidades nació el Ruhrstahl X-4 alemán, un pequeño misil con un rango de 3,5 kilómetros, una velocidad de 1.130 Km/h y un sistema de filoguiado. Como complemento para afinar su efectividad se le incluyó un detonador acústico que se basaba en el efecto Doppler para estimar el momento de máxima proximidad al avión. Curiosamente éste fue optimizado para el sonido de los motores del bombardero B-17. Pese a todo, este primigenio misil no era demasiado efectivo ya que este sistema de control no ofrece demasiada precisión a tales velocidades, no obstante se lograron algunos derribos con él.

La aportación más importante de la guerra a la aviación de combate fue el motor a reacción que aumentó notablemente las velocidades y alturas máximas. El combate aéreo se hizo mas complicado, y aunque los misiles ya estaban en cabeza de todos, fueron los alemanes quienes comenzaron su desarrollo y sentaron las bases. Y fueron otra gran aportación los científicos alemanes que en general EEUU acogió y la URSS capturó (Ante la opción de elegir, solían huir a la zona de control aliada occidental). Estos se pusieron a trabajar, y en algunos casos dirigir, los proyectos de misiles aportando su experiencia.

MiG-15 y F-86
El MiG-15 y el F-86. Estos cazas supusieron la trancisión entre los aviones de pistón y los de misiles
En el caso de los misiles Aire-Aire quedó patente que a las velocidades que se daban en los combates aéreos, el guiado manual, fuese del tipo que fuese era insuficiente. En esa época la electrónica avanzó mucho y permitió desarrollar pequeños sistemas de guiado interno para los misiles, haciéndolos automáticos. Su desarrollo se inició nada mas terminar la guerra y se comenzó con combinaciones de guiado manual en la fase inicial y media del vuelo para delegar la tarea del guiado en fase final a algún sistema automático como era el sensor infrarrojo o el radar semi-activo. En cuanto a la detonación, ésta se producía por impacto directo. Pese a ello, llegó la guerra de Corea en 1.950 y aún no había ningún misil funcional. De hecho estos se estaban desarrollando como armas defensivas para bombarderos. Las batallas aéreas en esta guerra se libraron entre cazas a reacción pero a la antigua usanza. Con el tiempo, quedó patente la efectividad del misil para el ataque en lugar de para la defensa y se comenzó el diseño de lo que hoy conocemos como misil Aire-Aire. Los primeros funcionales llegaron a mediados de los 50 con las características anteriormente comentadas y comenzó su fabricación en serie para equipar cazas como el F-102 o el MiG-21. Por aquella época, estos solo eran capaces de acertar contra los grandes y lentos bombarderos y sus rangos raramente superaban los 10 kilómetros.

A partir de ahí comenzó una frenética carrera para obtener los mejores misiles con rangos cada vez mayores y destinados ya a cualquier tipo de aeronave. Los nuevos cazas ya estaban diseñados como portadores de misiles e incluso se llegó a dejar de montar el cañón como hicieron los EEUU en su nuevo F-4 Phantom, para darse cuenta más delante de que fue un error. A pesar de ello las nuevas batallas aéreas se libraban principalmente con misiles. Llegada la guerra de Vietnam aparecía un nuevo campo de pruebas para los últimos aviones de cada potencia. Los ágiles cazas rusos contra los potentes cazas norteamericanos. De nuevo, los misiles demostraron no ser el arma definitiva. Para entonces ya se habían perfilado los primeros misiles de corto alcance y guía infrarroja como el AIM-9 estadounidense o el R-4 soviético. El uso de esta guía para misiles de corto alcance se debe a que éstos están destinados al combate cerrado (Dogfight) y a tan cortas distancias y con tantas maniobras al radar le era muy difícil comportarse de una forma eficaz. En cambio, esto no suponía problema alguno para la guía pasiva de los misiles IR, que una vez enganchaba la fuente de calor ya podía seguirla de forma autónoma.

AIM-9
AIM-9 Sidewinder, principal misil AA estadounidense de corto alcance y guía IR
Para mejorar las prestaciones de estos misiles se sensibilizada la cabeza buscadora enfriándola a muy bajas temperaturas con nitrógeno líquido durante la fase previa al disparo y su posterior persecución. Sin embargo esto no era suficiente. Los misiles solo eran capaces de seguir el calor de los motores no pudiendo ser disparados desde otra posición que no fuese la zona trasera del objetivo. Esto requería el entrar en encarnizados combates para lograr conseguir una buena posición de disparo. Además, el blocar el misil (Este término significa asignarle un blanco y engancharlo en el sistema de guía) y dispararlo no garantizaba su impacto. Si el piloto a derribar era hábil con el avión, comenzaba a realizar giros muy cerrados para lograr escapar del arco de detección de la cabeza del misil, que era bastante reducido (Unos 30º). Otra opción era dirigirse hacia el sol para después virar. Al misil se le presentaba una nueva fuente de calor mucho más intensa a la que seguir. En aquella época, en la que los misiles IR continuaron rondando los 10/15 kilómetros, el sol se convirtió en una excelente contramedida. Por supuesto también se usaron bengalas que reducían aún más la eficacia.





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