Prólogo
Los fusiles de asalto se han convertido en el arma de infantería por excelencia en los ejércitos de finales del siglo XX. Nacido su concepto durante la Segunda Guerra Mundial su evolución se ha orientado a ofrecer un arma ligera con capacidad para el fuego automático, cargadores de gran capacidad y munición de alta velocidad precisa y letal a grandes distancias. Pero en las últimas décadas se han ido perfilando una serie cambios e innovaciones en los mismos que, al amparo de las nuevas situaciones tácticas que la guerra plantea, intentan adaptarse a los nuevos desafíos.
El Ejército de los EE.UU., tras varios programas e intentos fallidos, se dispone a adoptar una serie de nuevas armas ligeras para su infantería. Entre las mismas se incluye su célebre Programa OICW (Objective Individual Combat Weapon ) , un ambicioso proyecto para dotar a su ejército de un fusil de asalto de avanzada tecnología que sustituya -al menos parcialmente- la extensa familia de derivados del M-16 que ha venido empleando desde comienzos de los 60. Este artículo versa sobre el desarrollo de dicho programa y las armas que ha dado a pie.
Precedentes
El desarrollo de los fusiles de asalto siempre ha estado ligado a su munición. Durante la II Guerra Mundial y con posterioridad a ésta se recurrieron a calibres "pesados" como el 7.62mm soviético, que dotaban a estas armas de un formidable poder de combate a larga distancia y permitían su uso como ametralladoras ligeras. Pero el G3, el FN-FAL y otras armas similares basadas en grandes calibres resultaban considerablemente pesadas y voluminosas.
A finales de los 50 fue desarrollado el M-16 (adoptado oficialmente en 1964), que adoptaba un novedoso, veloz y pequeño proyectil de 5.56mm. Pese a su menor poder de detención a larga distancia, el 5.56mm presentaba varias ventajas: su menor peso permitía un mayor acopio de munición, un retroceso menor -y por tanto mayor control sobre el arma- y sus características balísticas lo hacían similar en letalidad a corta y media distancia al 7.62 OTAN. En su contra jugaba su dramática pérdida de precisión a partir de los 350 m y la gran influencia que la maleza o edificaciones ligeras tenían sobre proyectiles tan ligeros. Sin embargo, se asumió que un fusil de asalto no precisaría ser más eficaz a mayores distancias, lo que unido al buen diseño del M-16 lo convirtió en el nuevo fusil de asalto del Ejército de los EE.UU. Su bautismo de fuego tendría lugar en la Guerra de Vietnam, y a finales de los 70 el 5.56 pasó a ser calibre estándar de la OTAN, adoptado por muchos países europeos.
La industria del armamento tiende a ser conservadora. Durante una veintena de años se ha experimentado con varios tipos de munición alternativa, incluyendo la munición sin vaina del G11 de Heckler & Koch o la tecnología de fleschettes del Steyr ACR. Pero las ingentes cantidades de munición 5.56 OTAN almacenadas y la complejidad logística y económica de su sustitución han empujado a militares e industria a promover reformas en las armas y mantener estática la munición empleada.
Esta búsqueda de alternativas motivó la exploración en nuevos campos: aparición de modelos más compactos -tipo bullpup-, implementación de ráfagas (burst) limitadas que mejorasen el control de las armas y el uso racional de su munición o la creación de variantes como carabinas.
El famoso fusil M-16, arma standar de la infanter�a de EEUU
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El M-16, nacido de los diseños iniciales del Armalite AR-15, no fue ajeno a dichos avances, y así fueron apareciendo modelos como el M-16A2, totalmente carente de fuego automático, adoptado por el U.S. Marine Corps en 1983 y por el U.S. Army en 1985. Además de varias modificaciones en miras y guardamanos, en 1994 el M-16A3 recuperaba el fuego completamente automático. Los nuevos modelos corregían varios de los errores de diseño en sus predecesores y soportaban gran cantidad de elementos adaptables al arma a fin de incrementar su funcionalidad. A su vez Colt desarrolló sus variantes M4 (derivado del M16A2 pero con cañón acortado y culata telescópica) y M4A1 (derivado del M-16A3 ). En el primer caso se trataba de aportar una versión compacta y manejable que sustituyese el uso de las pistolas (especialmente entre militares no corrientemente armados con armas largas, un concepto ampliamente estudiado en el posterior programa Personal Defense Weapon -PDW-, coetáneo al OICW). El M4A1 se orientó a su uso en operaciones especiales por parte de fuerzas de asalto.
El M-16 dio origen a multitud de modelos a causa tanto de la gran cantidad de empresas subcontratistas que lo han fabricado (sus licencias han tenido una dilatada historia) como al hecho de coexistir modelos militares, policiales y civiles, así como a las sucesivas mejoras a que fueron sometidas sus variantes.
Sin embargo, EE.UU. no tardó demasiado en comenzar a plantearse la sustitución de su fusil de asalto. Vietnam demostró que existían bastantes facetas mejorables en el M-16 y en muchos países occidentales casas como H&K, Steyr, FN, etc. Estaban desarrollando modelos innovadores y ambiciosos.
El programa de modernización estadounidense SPIW (Special Purpose Individual Weapon) desarrollado entre 1952 y 1970 acabó en fracaso, pero a finales de los 80 el US Army decidió emprender un nuevo programa denominado ACR (Advanced Combat Rifle), cuyo objetivo era desarrollar un nuevo fusil de asalto que sustituyese al M-16. Este programa convocó a las más prestigiosas firmas de armamento a desarrollar sus propios prototipos a fin de adjudicarse el contrato, estableciendo una serie de exigencias muy rígidas en torno a las capacidades que el nuevo fusil debía contener. Entre ellas, se establecía que el ACR debía incrementar en al menos un 100% la probabilidad de impacto que un soldado experimentado disponía con el M-16A2. Durante las pruebas efectuadas entre 1988 y 1992 numerosas armas fueron testadas, pero ninguna alcanzó ese 100%. Ello motivó la cancelación del programa y el abandono de los prototipos.
Pese a ello, la apertura de la fase de concurso del programa ACR supuso un revulsivo para muchas compañías, que venían desarrollando sofisticadas soluciones en las décadas anteriores. Probablemente, sus dos más capacitados y célebres aspirantes fueron el G11 de Heckler & Koch y el ARC de Steyr, en dura pugna con los modelos de Colt y AAI.
El avanzado fusil Alem�n G11
de la casa H&K
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El primero fue fruto de un dilatadísimo desarrollo a lo largo de décadas, que culminó a comienzos de los 90 con modelos finales completamente viables tras solventar multitud de dificultades técnicas. El G11 empleaba munición sin vaina con el propelente autoconsumible envolviendo al proyectil. Gracias al reducido tamaño de los cartuchos este fusil empleaba cargadores de extraordinaria capacidad (50 proyectiles) y su inusual acción permitía un burst ultrarrápido de 3 balas a una cadencia de 2000 proyectiles por minuto. En la práctica, su burst reducía drásticamente la incidencia del retroceso en la precisión -dado que los proyectiles salían casi al unísono- y la dispersión controlada que el diseño del arma generaba lo convirtieron en serio candidato al triunfo. Sin embargo, no llegó a satisfacer las exigencias del programa ACR, y su sofisticación -aun bajo baremos actuales-, elevado coste y meticuloso mantenimiento provocaron su fracaso (el ejército Alemán acabaría desechando su prevista adopción a comienzos de los 90 por motivos económicos y políticos).