La defensa estática
Tropas argentinas en las Malvinas
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La guerra terrestre. El lado británico
Los ingleses también tuvieron problemas y afrontaron algunas difíciles
decisiones antes de la real invasión de las Malvinas en San Carlos. Aunque
el deterioro de la situación en el Atlántico Sur había sido
seguida de cerca por los británicos la invasión de Malvinas fue
una verdadera sorpresa. No es posible poner en duda que los británicos
demostraron gran ingenio y resolución al juntar una Fuerza de Tareas de
treinta y seis buques y hacerla zarpar rumbo a Malvinas dos días después
de la invasión.
No obstante, dado lo apresurado de su partida, los buques de la Fuerza de Desembarco
no fueron cargados tácticamente en Gran Bretaña, por lo que los
elementos no pudieron ser desembarcados en el orden adecuado, según eran
requeridos por la Fuerza de Desembarco cuando esta hizo pie en tierra. Esta situación
fue rectificada en alguna medida mientras la fuerza estuvo demorada en Isla Ascensión
embarcando equipos adicionales e inventariando los que ya tenían. Este
período fue también usado para hacer algún reordenamiento
en las bodegas para facilitar la descarga en el área de combate. De cualquier
modo, no hay duda de que la descarga de los buques demoró el aprovisionamiento
de equipo en tierra en el área de desembarco de San Carlos.
El desembarco en San Carlos
Harrier aterrizando en el Atlantic Conveyor
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Chinook
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El plan de maniobra
Notable por su ausencia en la planificación del desembarco en San Carlos fueron las consideraciones y discusión de lo que esa fuerza terrestre debía hacer cuando estuviera en tierra. La operación era un plan de desembarco no una campaña terrestre. Como alguien graciosamente señaló, se asumía que una vez en tierra, las fuerzas simplemente avanzarían y vencerían. Tal vez sea más propio decir que los británicos fuera consciente o inconscientemente, esperaban que los argentinos reaccionarían rápidamente para oponerse al desembarco con fuerzas terrestres y que el uso de las fuerzas británicas en tierra, iba a ser en mayor o menor grado guiado por lo menos en el corto plazo, por las acciones y reacciones defensivas requeridas durante esta confrontación. Cuando la oposición argentina al desembarco no se concretó, los británicos se vieron como perdidos con respecto a lo que debían hacer con sus fuerzas terrestres.
Goose Green
Con pérdidas de buques y aviones en aumento el acrecentamiento de la logística en San Carlos continuó a ritmo de serpiente, mientras los buques transportando refuerzos se hallaban aún demasiado distantes como para garantizar una fuerte acometida contra Puerto Argentino. En esa circunstancia, el Parlamento Británico percibió que la opinión pública reclamaba una rápida victoria terrestre para justificar la creciente pérdida de buques en el conflicto de Malvinas. Esta percepción finalmente determinó la decisión política de atacar la guarnición argentina de Goose Green. Esta decisión fue un claro ejemplo del accionar de políticos que se supone no desean conducir desde atrás la guerra, pero que son incapaces de contener sus frustraciones políticas motivadas en este caso por la inacción de las fuerzas desembarcadas en San Carlos. El ataque a Goose Green se produjo como resultado de la necesidad política de atacar y derrotar a los argentinos en algún lugar, lo antes posible.
El hecho de que Goose Green era un objetivo estratégico y tácticamente irrelevante para el resultado general de la campaña de reocupación de las Malvinas, se consideró no pertinente. La batalla en sí produjo dos hechos que interesa señalar: Previo al ataque a Goose Green la BBC informó la peligrosa aproximación de tropas británicas a ese lugar. De ello resultó el refuerzo del área por los argentinos antes del ataque. Este es un ejemplo del creciente problema que plantea la necesidad de reconciliar el rol de los medios masivos de información y sus necesidades de capacidad para informar instantáneamente, con los requerimientos de secreto que siempre han demandado las operaciones militares. La rendición de las tropas argentinas en Goose Green se produjo justamente cuando el jefe británico se consideraba en el límite de su capacidad para seguir combatiendo.