Estrategia general terrestre argentina
La estrategia terrestre argentina fue explicada luego del conflicto por el comandante de Malvinas, diciendo: El primero y principal objetivo militar era Puerto Argentino. Era la pieza clave de la campaña, porque allí estaba asentado el poder político, era el asiento de la mayor parte de la población y allí estaban ubicados el principal puerto y aeropuerto.
El concepto inicial de la operación, fue defender Puerto Argentino de ataques
directos al aeródromo y los aviones. La segunda fase fue erigir defensas
contra un asalto anfibio directo. Tres batallones adoptaron un dispositivo para rechazar
ataques de el sur y otros tres para defender el norte y el oeste. Con respecto
a ataques del oeste, el perímetro defensivo fue determinado no sólo
por el terreno sino también teniendo en cuenta la dificultad para mantener
emplazamientos de tropas distantes, dado lo limitado de los elementos de movilidad
disponibles. Había puntos altos que dominaban la parte interior del perímetro,
los que debieron ocuparse y defenderse, pero había mejores puntos altos
más alejados, que aún así podían también dominar
el interior del perímetro, pero los comandantes de las fuerzas terrestres
consideraron que disponían de la movilidad necesaria para ocupar y mantener
esos puntos más distantes con el personal y medios a su alcance. Este plan,
probablemente desalentó a los británicos de efectuar un asalto helitransportado
a Puerto Argentino y es muy posible que ocurriera otro tanto con el proyecto de
efectuar un asalto anfibio directo en ese lugar. Esto dio tiempo a las fuerzas
terrestres argentinas para reforzar y ajustar sus defensas por lo que los británicos
tuvieron que buscar otro lugar para desembarcar.
El tiempo ganado por esta disposición de las fuerzas en Puerto Argentino,
no fue aprovechado, porque los dirigentes políticos en Buenos Aires no
pudieron lograr una solución política para evitar la guerra. El aspecto negativo de
esto es que la Junta a pesar de lo ocurrido con el ARA Belgrano y la HMS Sheffield,
continuó pensando fundamentalmente en una solución negociada como
opuesta al desarrollo de la estrategia militar. Los jefes militares vieron el
hundimiento del ARA Belgrano y la HMS Sheffield como el punto de no retorno de
la guerra. La dirigencia política, en cambio, pensaba que el "intercambio
de sangre" ofrecía una oportunidad para reabrir negociaciones.
En el enfoque que de ello hacía el Ejército, este estado de espíritu
de parte de la Junta restringía la acción y privaba a la fuerza
terrestre, de sus principales armas, sobre todo, el poder aéreo.
Las fuerzas navales británicas rodearon las islas y condujeron una guerra
de desgaste contra las fuerzas terrestres argentinas, mientras se preparaban para
efectuar el desembarco. Desembarcaron con sus fuerzas de desembarco intactas.
Los jefes del Ejército creen que esto ocurrió por que las autoridades
políticas en Buenos Aires retuvieron a la Fuerza Aérea y a la Armada
impidiéndoles actuar con toda su capacidad. El Ejército piensa que
si la Armada y Fuerza Aérea hubieran persistido en sus ataques contra los
transportes navales y portaaviones, el 30 de mayo, lo que ocurrió luego
pudo ser diferente. Pero el ataque llegó sumamente tarde. La cabeza de
playa había sido formada y las tropas británicas se movían
con total libertad
Estrecho de San Carlos
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El sector argentino
El plan argentino de invasión, había sido concebido enteramente como una corta y pacífica ocupación de las Malvinas por una relativamente pequeña fuerza, no como sostenidas operaciones de una gran fuerza, preparándose para y últimamente comprometida en combate. El Operativo Rosario fue planeado e inicialmente ejecutado como una "invasión diplomática". Como un aguijón de las atascadas negociaciones con los británicos sobre la soberanía de las Islas. La Operación nunca fue intentada como operación de combate. La reacción británica ante la invasión que consistió en la rápida formación y envío de una gran fuerza de tarea naval, incluyendo unidades de asalto anfibio, fue inicialmente imprevista por los argentinos.
La reacción argentina ante la idea de que se debería combatir con los británicos en Malvinas, fue un refuerzo en gran escala de las islas, una alternativa que el plan original no preveía y que originó una pesadilla logística para el sistema de aprovisionamiento argentino, que probablemente hubiera afrontado dificultades teniendo que apoyar la operación inicial de muy inferiores alcances. La situación logística argentina en Malvinas fue aún empeorada por la decisión del Comité Militar de no usar buques para el refuerzo o reequipamiento después del 10 de abril, como resultado de la declaración de la zona marítima de exclusión por los británicos a partir del 12 de abril. Esta decisión forzó a los argentinos a descansar totalmente en el transporte aéreo y el posible usando buques pesqueros.
Frontera con Chile
Aún con los problemas logísticos señalados previamente, la fuerza argentina que había sido reunida y encargada de la defensa de Malvinas, pudo haber estado integrada por tropas mejor entrenadas y equipadas de no haber retenido Argentina mucha de su tropa más eficiente en el continente. Esta decisión se explica diciendo que era militarmente prudente conservar esas tropas a retaguardia como reserva contra un posible ataque a Argentina por Chile.
La Fuerza argentina convocada con el plan original y usada en la fase inicial del conflicto era suficiente para una "invasión diplomática" de corta duración. Inicialmente sin amenaza militar británica presente en el teatro, el concepto básico argentino pareció ser poner un suficiente número de cuerpos con uniforme militar en las islas, para demostrar que el territorio estaba bajo control argentino y de ese modo forzar la herrumbrada rueda de la diplomacia a comenzar a girar de nuevo. Infortunadamente para los argentinos, cuando el peligro británico de hecho se materializó, su pensamiento no cambió y sus esfuerzos para reforzar las islas de cara al peligro fueron nuevamente una extensión del concepto original: por ejemplo, más cuerpos para reforzar la ilusión de control, para acicatear una solución diplomática de la situación. Los argentinos admiten que en ningún momento durante la planificación de la invasión de Malvinas ellos pensaron que podían vencer si los británicos decidían pelear por ellas. Infortunadamente este preconcepto prevaleció influyendo en las decisiones y en la capacidad militar argentina lo largo del conflicto.