El misil Titan I
El nuevo misil que garantizase la capacidad de ataque nuclear debía tener unas prestaciones superiores a las del Atlas en múltiples aspectos. Había de ser más seguro, ya que también se preveía su uso como vector de lanzamiento de satélites y cápsulas espaciales. Una de las diferencias con respecto al Atlas fue que se prescindió de la delgada estructura presurizable fabricada en acero (Como un globo que había de ser inflado para que mantuviese la forma) ya que muchos ingenieros dudaban de su fiabilidad (A pesar de que posteriormente mostró ser muy eficiente). En su lugar, el Titan I fue fabricado en una aleación de cobre y aluminio cuyo espesor variaba entre los 2 y 3 mm. Esto hizo al misil mucho más pesado, lo que implicaba necesariamente un sistema de dos etapas que permitiese al misil liberarse de buena parte de su masa cuando se hubiese consumido la primera.
El programa comenzó en mayo de 1955 de mano de la Glenn L. Martin Company.
Como principal diferencia el Titan I, también conocido como SM-68A (Redesignado HGM-25A en 1963), estaba
constituido por dos etapas y carecía de aceleradores. A pesar de ser
más ligero que su predecesor (100 toneladas frente a las 120 del Atlas
D) era necesario reducir peso de cualquier forma posible y para ello se recurrió
al sistema multi-etapa con el fin de aligerar al misil notablemente durante
la fase de aceleración. Al soltarse la primera etapa tras agotar sus
propelentes el motor de la segunda tenía que hacer frente a menos peso
y resistencia aerodinámica, ya que esta era de menor diámetro.
Ensambladas, las dos etapas dotaban al misil de una altura de 29,9 metros. También
para reducir el peso total se llevó a cabo la integraron de los depósitos
en la estructura y su correspondiente presurización para la cual se usaba
helio. En esta ocasión el acero inoxidable del Atlas fue sustituido por
una aleación de cobre y aluminio en forma de chapa tan delgada que sin
la presión interior se deformaría. Es decir, mientras que en el Atlas toda la
estructura necesitaba ser presurizada para mantenerse firme, en el Titan I la presurización
solo se hacía necesaria en los tanques de combustibles mientras estaban vacios. Todo esto hacía
necesario el uso de conductos externos. Es decir, para llevar el propelente de uno de los depósitos
superiores a los motores, el tubo por el que circulaba debía acoplarse sobre el tanque por el fuselaje del misil.
Lanzamiento de un Titan I
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En su primera etapa el Titan I era impulsado por dos motores AeroJet LR-87-3 con un empuje de 68.000 kilogramos cada uno y contaban con suspensión para correcciones de rumbo, es decir, eran pivotantes. Para su alimentación se usó la probada y segura combinación de queroseno y oxígeno líquido, a pesar de los inconvenientes que presentaba el que uno de los propelentes fuese criogénico y que en el caso de este ICBM se operaba a con él a -195 ºC. Esta primera etapa suponía algo más de la mitad de la longitud total del misil y estaba unida a la segunda mediante un anillo con forma de cono truncado que incluía los correspondientes mecanismos de separación. La forma de este anillo se debe a que la segunda etapa es de menos diámetro que la primera y era aquí donde se producía la reducción.
Toberas de la primera y segunda etapa
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La omisión de los cohetes vernier en la primera fase se debe a que con
una pareja de motores pivotantes se pueden ejecutar la totalidad de movimientos
necesarios para la corrección de rumbo en los 3 ejes de movimiento; Alabeo
(Giro del misil sobre su eje longitudinal) y cabeceo y guiñada (Desviaciones
con respecto a su eje longitudinal). Por el contrario, si se recurre a un único
motor, aunque este sea pivotante, como era el caso del de la segunda fase del
Titan I, será imposible ejecutar el movimiento de alabeo, haciendo necesario
por tanto la inclusión de al menos 2 cohetes vernier, si bien en este
caso se usaron 4. Hay que señalar que además incorporaba otros
dos cohetes vernier independientes para correcciones finales una vez consumido
el combustible de la segunda etapa.
Detalle de los cohetes vernier en la base de la segunda etapa
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Dado que el Atlas pretendía asegurar rápidamente la capacidad de respuesta nuclear el programa se realizó apresuradamente para obtener un ICBM más o menos básico. Bastaba con que cumpliese unos determinados requisitos adaptados al poco tiempo que se le otorgó al programa con el fin de acelerar éste. En el caso del Titan I al ser relativamente secundario y sin tan apretadas fechas se el exigieron unas características más ajustadas. Por eso mismo el misil resultó mucho más complicado que su hermano. Se confió más en la electrónica y se incluyeron multitud de mecanismos para hacerle más eficaz. El número de válvulas, que estaban operadas por nitrógeno, alcanzaba las 90 unidades y estaba conectado a la plataforma de lanzamiento a través de 32 conductos y conexiones.
En reposo, el Titan I permanecía vacío debido a los problemas generados por sus propelentes (Peso y congelación). Para proteger a los misiles de un posible ataque (En una guerra nuclear las bases de misiles son un objetivo prioritario según el plan de ataque), se recurrió al sistema de silos, similar al del Atlas F. Estos se agrupaban en complejos subterráneos de 3 lanzadores. Cada silo medía 49 metros de alto por 13,5 metros de diámetro y estaba conectado mediante túneles al centro de mando, que también era subterraneo y del que le separaban unos 215 metros en el caso del silo más alejado. Todo estaba fabricado con hormigón reforzado cuyo grosor rondaba el metro y enterrado a profundidades de hasta 5 metros. Por su parte, la boca del silo era sellada con 2 compuertas de 125 toneladas cada una que se abrían verticalmente. En teoría todo esto permitiría resistir una explosión nuclear casi directa.
Además de los elementos comentados, cabe señalar otros elementos importantes del
complejo, como era la central energética, que ocupaba una bóbeda similar al puesto de mando
y que era ocupada por generadores diesel. Adjuntos estaban los depósitos de gasoil y el sistema de
ventilación. Entre ambas bóbedas se encontraba el acceso al complejo y más alejados,
los silos de las 2 antenas a 185 metros de distancia. En total eran unos 400 metros los que separaban las
antenas del silo más alejado y se podría considerar que el ancho del complejo rondaba los
180 metros (Separación máxima entre silos). Todo el perímetro se encontraba cercado
y vigilado.
Construcción de los silos subterraneos, concretamente de las
bóbedas para el control y planta energética
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Una vez se ordenase el lanzamiento, el misil era aprovisionado con los propelentes y mediante una plataforma, elevado a la superficie. Tras este proceso, que duraba 15 minutos, el misil era lanzado. Es importante señalar que los otros dos misiles se lanzarían en intervalos de 7 minutos y medio. Esto se debe a que el guiado del Titan I se basaba en el sistema inercial teledirigido, por tanto dependía de las órdenes enviadas desde la base para determinados aspectos de su fase de aceleración, como el control de la trayectoria del misil. Esto lo lograba enviando un rayo de ondas de radiofrecuencia al misil y midiendo su desviación con respecto al mismo. En caso de exisitir ésta, enviaba las correspondientes órdenes para la corrección de rumbo. Concretamente, para esta labor se utilizaba una computadora que realizaba esta operación de forma automática, pero que no podía guiar más de un misil a la vez. Las órdenes se enviaban mediante 2 antenas que permanecían también ocultas y protegidas en silos endurecidos y que únicamente emergían para el lanzamiento. Las ondas de radiofrecuencia eran captadas por las antenas del misil (AT-955/DRW y AT-956/DRW) que se integraban en la estructura como un panel más y que enviaban la señal al decodificador (Para evitar posibles sabotajes las órdenes eran minuciosamente codificadas). Este a su vez conectaba con la módulo de control que ya actuaba sobre los mecanismos pertienentes. El Titan I también poseía un transmisor, por lo que la comunicación era en dos sentidos. Señalar que todos estos sistemas se encontraban justo sobre la segunda etapa, donde el misil vuelve a estrecharse.
El proceso de lanzamiento del Titan I era complicado, por ello, al igual que se hizo con el Atlas, se fabricó una versión inerte con algunos sistemas reales para entrenar a sus operadores. Se trataba del USM-68A Titan Trainer.
Volviendo al SM-68A, una vez listo para el lanzamiento, sus dos motores se
encendían y comenzaba el ascenso. Tras 134 segundos la primera etapa
quemaba todo su propelente y se separaba junto al anillo de unión dejando
a la segunda fase junto al vehículo de reentrada a una altura de 56 kilómetros.
En ese momento se entraba en ignición la segunda etapa durante 156 segundos.
A pesar de poseer un 62,5% menos de propelente que la primera etapa su fase
de propulsión duraba más a causa del menor consumo del único
motor de esta etapa, suficiente para impulsarla al haberse aligerado notablemente
el misil. Tras el apagado, ésta se encontraba a 241 kilómetros
de altura y a una velocidad de 24.750 Km/h y en ese momento dos pequeños
cohetes vernier realizaban los últimos ajustes en la trayectoria del
vehículo de reentrada durante 50 segundos que duraba su encendido proporcionándole
además un empuje adicional. Tras esto se iniciaba la fase balística
del mismo, en la que la ruta del vehículo de reentrada era ya invariable
tras la separación de la segunda fase, la cual se producía mediante
dos pequeños cohetes situados en su base y cuyas toberas apuntaban al
contrario del avance del misil, es decir, tiraban hacia atrás de la estructura.
SM-68A a gran altitud
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