Tras los excelentes resultados obtenidos, y con la certeza de tener ganado
el concurso, se fue preparando el contrato que contemplaba la construcción
de los carros en Brasil, o incluso montar una línea de montaje en Arabia,
incluso el precontrato con los Saudíes, contemplaba que por cada 10 vehículos
exportados a Arabia se financiase uno para el Brasil, al mismo tiempo, militares
saudíes fueron instruidos en la factoría de ENGESA, en tecnología
de vehículos blindados. El ejercito brasileño, se involucró
todavía más en su apoyo e incluso el ministro de defensa visito
a su homologo de Arabia Saudita en varias ocasiones.
Vista frontal del Osorio
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Cuando el excelente y millonario contrato parecía concretarse, la cruda realidad reveló las facetas especiales de este tipo de negocios, ENGESA, por ignorancia o desconocimiento no tuvo en cuenta el peso político de Estados Unidos que se hizo con el contrato e incluso ofreció financiación para la compra de su carro, tampoco fue ajena a esta decisión el estallido de la primera guerra del Golfo.
En esta situación los perjuicios para la empresa eran irrecuperables, una empresa con tecnología punta, mano de obra de alto nivel, capaz de hacer un trabajo excepcional como fue materializar este carro de combate y en el que había invertido todo, acabaría liquidada. La empresa a cuenta de contratos que tenía con el ejército de tierra brasileño, aun recibió alguna ayuda económica, pero a esas alturas las deudas eran gigantescas y solamente un contrato como el pretendido con Arabia Saudita le salvaría de la quiebra.
El final
La falta de visión estratégica, sumado a una incomprensión de la sociedad brasileña y de la clase política que no se preocupo en defender su supervivencia, inicio una larga agonía, que comenzó en 1993 con la suspensión de pagos de ENGESA que se había gastado 50 millones de dólares para el desarrollo del proyecto y todo el conocimiento allí desarrollado fue literalmente deshecho, su utillaje vendido como chatarra, su biblioteca reducida a papel picado y vendida al peso, incluso el EE-T1 cabeza de serie para Arabia Saudita cortado a soplete y vendido como chatarra.
Con la desaparición de ENGESA, el ejército brasileño, perdió las esperanzas de ver sus unidades blindadas equipadas con un carro de combate nacional, comparable a los mejores existentes fuera del país, y convirtiéndose en un usuario de carros de segunda mano.
En 2002 llegó la quiebra y liquidación definitiva, pero la labor
a través de una pagina Web, y el eco que despertó en la prensa,
sensibilizaron al ejercito brasileño y fue posible recuperar de una desaparición
segura los prototipos del Osório, y ser llevados al 2º Regimiento
de carros de combate de Pirassununga, garantizando de esta forma su preservación
en estado operacional, para disfrute de generaciones futuras y como muestra
de la capacidad tecnológica brasileña.
Ejemplar recuperado y expuesto en el RCC, nº 2
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