La guerra en el mar
HMS Sir Galahad
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El conflicto de Malvinas incluye la primera verdadera confrontación naval
desde la campaña del Pacífico en la Segunda Guerra Mundial. El precio
cobrado por la Fuerza Aérea Argentina y la Aviación Naval durante
la guerra en el mar, incluye los destructores británicos HMS Sheffield
y Coventry; las fragatas HMS Ardent y Antelope; el buque de desembarco HMS Sir
Galahad y el buque mercante Atlantic Conveyor.
A estos hay que agregar 2 destructores británicos, catorce fragatas y dos
buques de desembarco dañados durante el conflicto, todos ellos por ataques
aéreos argentinos con bombas, misiles cohetes y cañones, excepto
el destroyer Glamorgan que fue dañado por un misil Exocet lanzado desde
tierra. 37 aviones británicos fueron perdidos por causas diversas. Las
catorce bombas sin explotar en los cascos de buques británicos pudieron
fácilmente hacer que las pérdidas de buques fueran el doble si las
espoletas hubieran sido correctamente graduadas.
Los británicos emplearon virtualmente toda arma submarina existente en
la Fuerza de Tareas en falsos contactos submarinos. A la Fuerza de Tareas británica
le faltó defensa en profundidad. Ellos no tuvieron la clase de apoyo que
la cubierta de un portaaviones grande puede proveer con sus aviones embarcados
de reconocimiento táctico y de alerta temprana. Se vieron forzados a confiar
por otra parte en pequeños, y baratos buques de combate cuyo inferior armamento
los hacía más vulnerables que grandes, bien acorazados buques cuya
única contra es su elevado precio.
Tendemos a pensar sobre la campaña naval de Malvinas sólo en términos
de pérdidas de unidades y del impacto que esas pérdidas produjeron
en el resultado final. Para una nación que observe los hechos atentamente,
existe también una discusión adicional. La guerra naval en Malvinas
incluye también:
El primer empleo de misiles crucero modernos contra buques de una marina de primera
categoría. La primera oportunidad desde la Segunda Guerra Mundial, en que
sostenidos ataques aéreos fueron hechos contra una fuerza naval. El primer
uso en combate de submarinos de propulsión nuclear. El primer uso de que
se tenga noticias de aviones de decolaje y aterrizaje vertical/corto en combate.
Una pequeña fuerza de submarinos de propulsión diesel-eléctrica
argentina, produjo una enorme preocupación a las autoridades navales británicas
y determinó por lo menos en la misma medida que la amenaza aérea,
la conducción de las operaciones navales británicas, causando el
gasto de una gran cantidad de armas antisubmarinas.
Una igualmente pequeña fuerza de submarinos nucleares de ataque británico
determinó las decisiones de los jefes navales argentinos y mantuvo las
unidades de superficie argentinas en aguas protegidas contra esta amenaza. Asimismo
determinó algunas de las primeras decisiones políticas hechas al
comienzo de las hostilidades.
Selección del lugar del desembarco
A partir de la zarpada de la Flota hacia Malvinas, una de las principales decisiones
que enfrentaron los responsables de la planificación fue la determinación
del lugar para efectuar el asalto inicial. El pensamiento británico sobre
el lugar y oportunidad para efectuar el primer desembarco de la campaña,
era guiado por muchas consideraciones. Algunas de las más importantes
eran:
Efectivos militares ingleses en las Malvinas
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Conveniencia política La percepción por parte del Gobierno británico
de la necesidad de entrar en combate con los argentinos para apaciguar a la
opinión pública británica ansiosa de acción. La
proximidad del invierno en el hemisferio sur, con su cortejo de problemas ambientales.
El efecto en el adiestramiento moral y estado físico general de la fuerzas
terrestres sujetas a prolongadas estadías en tierra, soportando las ya
duras condiciones climáticas. Los problemas logísticos previsibles
para el mantenimiento por un prolongado período a una gran fuerza terrestre
en operaciones. Los problemas de transporte para desplazar una gran fuerza terrestre
y su apoyo a cualquiera distancia sobre el áspero terreno en Malvinas.
La falta de informes de inteligencia sobre la moral y adiestramiento de los
soldados argentinos en Malvinas. Por fin, los estados mayores británicos debieron decidir entre dos conceptos
diametralmente opuestos para la conducción del asalto inicial a Malvinas;
llevar a cabo un desembarco en fuerza, mediante un ataque masivo con todos los
recursos disponibles efectuando esa audaz operación en el mismo Puerto
Argentino, o en sus proximidades, tan cerca como para que el objetivo principal
de la campaña pudiera ser atacado en forma inmediata por las fuerzas
terrestres o llevar a cabo un desembarco más o menos administrativo en
un lugar no defendido, suficientemente alejado de Puerto Argentino como para
que los argentinos tuvieran dificultad para utilizar sus propias fuerzas terrestres
ubicadas principalmente en Puerto Argentino, para atacar la frágil cabeza
de playa.
Los sitios considerados por los británicos como potencialmente aptos
para el asalto inicial fueron:
Stevely Bay-Gran Malvina: El más alejado del objetivo y el menos sujeto
a posibles contraataques argentinos con fuerzas terrestres. En algún
momento se analizó la posibilidad de construir allí una pista
de aterrizaje para reemplazar a los portaaviones. San Carlos-Isla Soledad: Más
cercano al objetivo y aún en una ubicación que dificultaba el
contraataque argentino. Bluff Cove-Isla Soledad: Todavía más cercano,
pero también más al alcance de un contraataque argentino. Berkeley
Sound-Isla Soledad: Más próximo aún a Puerto Argentino,
pero también tan al alcance que un contraataque de fuerzas terrestres
argentinas era casi seguro. Puerto Argentino-Isla Soledad: Rechazado casi inmediatamente
por los riesgos que llevaba implícito.
En principio se convino en efectuar el desembarco en un lugar donde no fuera
a encontrarse resistencia inicial. El plan de las Fuerzas bajo el comando de
brigadier general Julian Thompson consistiría en la consolidación
de la cabeza de playa, a la espera de que sus efectivos de incrementaran con
el aporte de unidades en viaje desde Gran Bretaña. A partir de la llegada
de esos refuerzos, el comando de toda la operación terrestre sería
asumido por el mayor general Jeremy Moore.
Los pro y contras que analizaron los planificadores cuando seleccionaron San
Carlos como punto inicial de desembarco fueron:
Efectivo del Special Boat Squadron
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La protección que las aguas restringidas del fondeadero ofrecían
contra submarinos. La protección natural que las tierras altas de los
alrededores ofrecían a los buques de desembarco contra ataques aéreos
y su excelente capacidad potencial para ubicar baterías antiaéreas
de misiles Rapier. Los informes de inteligencia indicaban falta de presencia
enemiga en el área a no ser la de poco frecuentes patrullas. Los informes
de los SBS (Special Boat Squadron - unidades especiales para incursiones en
costas enemigas) indicaban la ausencia de minas en las playas y falta de actividad
de minado en el mar vecino. La demora que podía esperarse en la respuesta
por parte de las fuerzas argentinas, dada la distancia, aproximadamente cincuenta
millas de terreno abrupto, desde Puerto Argentino. La distancia y terreno abrupto
entre el lugar de desembarco y el objetivo principal, Puerto Argentino, que
tendría que ser atravesado de algún modo por las fuerzas terrestres.
La proximidad de una fuerte guarnición argentina en Goose Green a trece
millas del lugar y hacia el sur. La falta de playas adecuadas para desembarcar
grandes cantidades de hombres y equipos. La proximidad de tierras altas en el
contorno que podían ser usadas por el enemigo ventajosamente para repeler
y desalojar a las fuerzas de desembarco. Aunque no había sido verificado
por las patrullas SBS, la posibilidad de que los argentinos hubieran o tuvieran
la intención de minar los accesos marítimos del lugar, dado su
obvia aptitud para el desembarco. (Por lo menos en la mente de los planificadores
británicos, esto era obvio. Ahora sabemos que los planificadores argentinos
en un estudio previo al conflicto, habían considerado imposible que se
usara exitosamente el lugar para efectuar un desembarco anfibio).