Introducción
Los misiles balísticos son el máximo exponente del deseo de proyectar una poderosa fuerza a una gran distancia. Su nombre viene dado por el hecho de que una vez agotado su combustible, su trayectoria es balística, como la de cualquier otro proyectil, y por ello, fácilmente predecible.
Para conocer sus inicios, nuevamente hemos de remontarnos a la Alemania nazi. Mucho se especuló sobre el gran interés mostrado por los cohetes en este país y en aquella época, lo que dio lugar a que se convirtiese en el pionero de su desarrollo y uso. El principal argumento es que tras el Tratado de Versalles, Alemania quedaba imposibilitada de fabricar armamento pesado, limitando el calibre de sus cañones, el tonelaje de sus barcos, etc… No obstante, este tratado no contemplaba los cohetes, ya que no se consideraban un arma relevante. Es por esto que en el Tercer Reich se intentó explotar esta laguna con el fin de aumentar su potencial bélico. Pero si partimos de que llegados a un punto, lo ignoraron completamente fabricando carros, descubriendo la Luftwaffe camuflada dentro de la Lufthansa y en resumen, haciendo lo que les daba la gana, este argumento carece de sentido. Si no respetaron el tratado, ¿Por qué emplear recursos en una tecnología que se suponía al mismo nivel que las restantes en el aspecto bélico? Si en Alemania se invirtió tanto en la tecnología de los cohetes y misiles fue por la visión de futuro de sus ingenieros y científicos, que se percataron de las grandes posibilidades de la misma.
Durante los años 20 y 30 se despertó cierta afición por los cohetes y en Alemania tuvo bastante relevancia. Esta podía venir dada por mero espectáculo o por arduo afán científico según su promotor, pero siempre de mano civil. Esto fue así hasta que a mediados de la década de los 30, los militares se fijaron en su potencial y para evitar posibles fugas de información en lo que prometía ser un gran arma, se prohibió cualquier investigación civil, quedando todo bajo control militar. Tras arduas investigaciones se llegó al A4/V2, que puede considerarse como el primer misil balístico. Para conocer mejor este misil es recomendable visitar este artículo.
Con el fin de la Segunda Guerra Mundial, las dos principales potencias vencedoras
se abalanzaron sobre Alemania, y entre sus intenciones se encontraban las de
hacerse con el mayor número de científicos alemanes, los cuales
habían demostrado su valía en multitud de diseños del revolucionario
arsenal alemán. A pesar del mayor avance soviético, el temor que
sentían los alemanes por éstos, causado por diferentes factores,
hizo que todo el que pudiese y pensase que podía representar algún
interés para Stalin, huyese a la zona de influencia estadounidense. Esta
migración fue protagonizada principalmente por científicos y militares.
Esto jugó negativamente a su favor, pero aún así, los soviéticos
lograron hacerse con un nutrido grupo de científicos e ingenieros. Por
parte Estadounidense, la captación de científicos alemanes recibió
el nombre de Operación Pisapapeles y les permitió hacerse con
científicos como Werner Von Braun, principal responsable de la V2.
V2 capturada por los Estados Unidos
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Ambos bandos se percataron de que si bien las V2 no eran unas armas eficaces, si representaban un enorme potencial. Por esto, junto a los científicos, se hicieron con todo el material que pudieron. Los estadounidenses se llevaron más de un centenar de misiles terminados y una gran cantidad de piezas y planos. La cantidad rusa fue menor. A partir de este primer misil balístico se quería desarrollar unos grandes misiles balísticos que pudiesen alcanzar cualquier parte del planeta y por ello se les llamó ICBM (Inter Continental Ballistic Missile, Misil balístico intercontinental). Para alcanzar el grado de “intercontinental”, es necesario ostentar un rango superior a los 5.500 km, aunque este suele ser de entre 9.000 km y 14.000 km. Esto ya podía hacerse con los grandes bombarderos pesados que se estaban proyectando, pero estos misiles demostraron que contra ellos no existía defensa alguna.
A la importancia de los ICBM como arma, los cohetes solo aportaban una parte, ya que eran muy caros y hasta 1945 a lo sumo podían transportar una pequeña carga de explosivos, inferior a la de un bombardero pesado. El concepto que los convirtió en la terrible arma que todos deseaban fue la bomba nuclear. No era rentable usar un ICBM para transportar una carga bélica que a lo sumo destrozase un edificio. Tampoco para transportar su equivalente en armas químicas y ni tan siquiera biológicas, amén de que estas dos últimas no se llevaban bien con el sistema de reentrada de los ICBM y sus altas velocidades. No obstante, el poder de destrucción de las armas nucleares, capaces de arrasar una ciudad entera si hacía rentable semejante plataforma de transporte.
En este artículo se analizarán y explicarán los diferentes aspectos de la fisonomía y funcionamiento de los ICBM.
La propulsión
Es común la confusión entre cohete y misil, pero esta es comprensible, ya que se podría considerar al cohete como principal elemento de un misil, y si ya nos basamos en la proporción, este supone más del 95% del propio misil.
El cohete es el encargado de llevar la carga útil (Cabeza nuclear en este caso) hasta el objetivo. Mediante una reacción química exotérmica (Desprende energía) producida por unos determinados compuestos químicos denominados propelentes, genera un enorme volumen de gases calientes que escapan por la parte posterior del cohete y lo impulsan siguiendo el principio de acción-reacción.
No obstante hablar de cohetes refiriéndose a sistemas de la magnitud de un ICBM sería generalizar. Al existir diferentes tipos, se suele hablar de motores de cohete. Estos se clasifican según el tipo de propelente que usen.
- Motor de propelente sólido
Cohete espacial Titan despegando con ayuda de dos coehtes de combustible sólido
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Es por todo esto que los cohetes de combustible sólido suelen usarse como aceleradores o como las primeras etapas de los misiles y cohetes.