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El éxito era grande, pero tenía una pega, que dependía de los puntales, es decir, de suposiciones. Fue necesario que Tuning escribiera al propio Winston Churchill para pedirle más medios y más personal. Se pensaba que expertos en hacer crucigramas sería muy útiles para trabajar junto a los científicos. Así que diseñaron unos crucigramas, a simple vista como otros cualquiera, que publicaron anónimamente en el periódico Daily Telegraph, retando a los lectores a resolverlos en menos de 12 minutos. Los que lo consiguieron, fueron reclutados. Junto a nuevas mejoras en los métodos, Enigma había sido definitivamente derrotada.

Pero una Enigma en particular se resistía a los ataques británicos. La máquina “N” de la Kriegsmarine. El no poder descifrarla le estaba llevando a Inglaterra a la derrota en la batalla del Atlántico, puesto que la Enigma Naval era fundamental en la coordinación de las “manadas de lobos” de los submarinos alemanes en sus ataques a los convoyes, vitales para la supervivencia del Inglaterra.

La máquina “N” era más avanzada. Como se ha comentado anteriormente, disponía de 8 modificadores para combinar en 4 huecos, 10 cables para el tablero de clavijas, y el reflector también era configurable. Esto aumentaba en grado sumo el número de claves posibles. Pero al mismo tiempo, los operadores navales eran muy cuidadosos, evitando el envío de mensajes con estructura fija, estereotipados, lo que privaba de “puntales” para las “bombas” de Turing. Todo unido hacia imposible el desciframiento. Se abordó el problema desde diferentes perspectivas.

Una idea provino de la RAF. En unas misiones conocidas como “jardinería”, sus aviones soltaban minas en sitios seleccionados. Su idea es que los buques alemanes, al toparse con ellas, enviaban mensajes de advertencia, obviamente mediante Enigma. También era obvio que esos mensajes tenían que tener unas referencias cartográficas, conocidas por los ingleses. Sabiendo el origen del mensaje (un buque alemán) y las fechas del mensaje, y lo que lógicamente debía decir al menos parte del mensaje, se tenía un “puntal”. Este método estaba al agur de la disponibilidad de la RAF para hacer esas misiones de una manera regular y metódica, así que no era muy exitosa.

Se llegó a la conclusión que sólo mediante la captura de los libros de códigos se podría tener acceso a los mensajes de la Kriegsmarine. Ian Fleming, miembro de la inteligencia naval, y que sería conocido como el creador de James Bond, inventó un plan, conocido por Operación Implacable, que consistía en estrellar controladamente un bombardeo alemán capturado cerca de un buque alemán. Los pilotos ingleses, que pasaban perfectamente por alemanes, al ser auxiliados por ese buque, se harían con el control del buque y con los libros de claves. La operación nunca tuvo lugar, para desesperación de Tuning y sus colegas, puesto que no encontraron un buque alemán en las circunstancias idóneas.

De todas maneras, consiguieron los libros de claves de submarinos y buques de superficie capturados. Sabiamente, los ingleses hicieron un uso inteligente de la información. Tomaron la precaución de hundir (y pregonarlo por las ondas) el buque capturado para que los mandos navales alemanes pensaran que Enigma y el libro de claves se habían ido al fondo. Así que los alemanes no cambiaban inmediatamente el libro, permitiendo que por periodos de hasta un mes siguieran las mismas claves, claves que los ingleses conocían. Otra medida tomada por los ingleses fue el “no abusar” de la información. Aunque conocían gracias a las claves capturadas la situación de los submarinos y buques de superficie alemanes, no atacaban a todos, dejaban a unos pocos tranquilos (aún corriendo el riego de que pudieran causar bajas en los aliados). Si hubieran atacados a todos al mismo tiempo, la Kriegsmarine habría sospechado del repentino éxito de los ingleses, y habría introducido mejoras en sus comunicaciones, haciéndolas otra vez opacas al desciframiento. De tal manera que la Kriegsmarine siempre mantuvo la convicción de la inviolabilidad de Enigma.

Una operación estuvo a punto de echar por tierra estas sabias medidas. Descifrado un mensaje, los ingleses localizaron un grupo de 9 buques de suministro alemanes. Decidieron atacar a 7 y dejar a dos (el Gadania y el Gonzenheim) ilesos. Así ocurrió, pero unos destructores ingleses, que nada sabían de esto, se los encontraron y los hundieron, como era su deber. Esto hizo saltar la alarma en el alto mando naval alemán. Pero después de un breve estudio llegaron a la conclusión que, bien había sido un infortunio, bien había un espía inglés dentro de la Kriegsmarine, nunca pusieron en duda la fiabilidad de Enigma.

El resultado de todo esto fue la derrota de los submarinos alemanes en la batalla del Atlántico, y con ello, anticipo de la derrota final en la guerra.

Alan Turing no llegó a disfrutar del reconocimiento público por su hazaña. Con el secretismo que se había impuesto, no podía hablar de ello. Y antes de que se publicara lo que había conseguido, en 1952 se descubrió (realmente lo dijo él inocentemente) que era homosexual. Con las leyes vigentes, fue detenido, obligado a ir a psicólogos, a llevar un tratamiento hormonal que lo dejo impotente, obeso y depresivo. Y lo que fue peor, se le fueron retiradas sus acreditaciones para trabajar en asuntos secretos, en especial en los trabajos ingleses en busca del ordenador, cuya primigenia idea era hija suya. En 1954 se suicidó comiendo una manzana envenenada. Muchos de los que trabajaron con él durante la guerra, conocedores de su orientación sexual, dijeron convencidos que si se llega a descubrir al principio de ella, Inglaterra habría perdido la guerra con seguridad.

Después de la guerra, los británicos mantuvieron en celoso secreto lo que Bletchley Park había conseguido. Todos los que de alguna manera habían participado, volvieron a su vida normal bajo juramento de no desvelar nada sobre lo que trabajaron. Los ingleses, ahora con miles de máquinas Enigma en su poder, se las “ofrecieron como gesto de buena voluntad” a sus antiguas colonias, que estaban convencidas de la invulnerabilidad de Enigma a la misma altura que los alemanes pensaban de ella. Naturalmente, los ingleses no hicieron ningún esfuerzo por desengañarles. Durante los años siguientes, descifraban continuamente los mensajes de las que fueron sus colonias agrupadas en la Comonwealtht. Lo que aconteció en aquella mansión sólo fue conocido en 1974 cuando el capitán F. W. Winterbotham, que había participado en Ultra (nombre con el que se denominó a la organización secreta que recibía la información recibida de los criptoanalistas, que incluía tanto lo descifrado a los alemanes, como a los italianos e incluso a los japoneses) , escribió el libro “The Ultra Secret”, desvelando lo que allí había ocurrido, y después de batallar con la inteligencia británica que ya no era necesario mantener el secreto, puesto que ya nadie usaba Enigma para sus comunicaciones.

Para finalizar, comentar que he descrito el desciframiento de Enigma buscando la sencillez en la exposición. Quiero dejar claro que ni mucho menos fue así de “fácil”. Los hombres y mujeres que dedicaron su esfuerzo a desentrañar Enigma, a veces llegando al puro agotamiento físico y mental, fueron tan importantes para la victoria final como la más poderosa división blindada o los mortíferos bombardeos. Señalar que ni mucho menos todos los mensajes alemanes eran descifrados. Según avanzaba la guerra, el maremagnun de tipos de Enigma y métodos de uso era impresionantes, las máquinas electro-mecánicas (las “bombas”) que se usaron en el desciframiento eran poco fiables, nada parecido a los modernos ordenadores que hoy conocemos, se averiaban continuamente; los alemanes colapsaron el éter de millones de mensajes inútiles, unos conscientemente, ofreciendo datos falsos, otros inconscientemente, como por ejemplo miles de mensajes, a los que los descrifradores tuvieron que dedicar recursos, resultando ser cosas tan triviales como felicitaciones de cumpleaños o anuncios de nacimientos, restando valioso tiempo para lo que verdad interesaba. Muchos mensajes, cuando eran descifrados, ya no ofrecían información valiosa. Pero la importancia de lo que ocurrió lo resumió Sir Winston Churchill, cuando dijo que el desciframiento de Enigma acortó la guerra en un tiempo que él cifraba en al menos un año. Otros altos mandos dijeron que la guerra hubiera durado hasta por lo menos 1948.

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