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Bombas nucleares sucias (Radiológicas) y Dispositivo del Día del Juicio Final

No debemos olvidar que entre todas las aplicaciones comentadas de las armas nucleares, la principal es matar. Matar al máximo de personas. Para ello se incrementó su potencia, lo que daba lugar a un mayor número de muertes instantáneas. Pero su efecto se puede maximizar contaminando intensamente la zona con residuos radiactivos o incluso extendiendo el efecto de una explosión a otras ciudades mediante el desplazamiento de éstos a través de las corrientes atmosféricas (Al día siguiente del accidente de Chernobyl, en Suecia se detectaron las partículas radiactivas procedentes de Ucrania).

A estas bombas se las conoce como bombas nucleares radiológicas o sucias y son el extremo opuesto a las limpias.

Hay que señalar que la gran mayoría de armas nucleares son sucias. Del epígrafe anterior se puede extraer que para hacerlas limpias han de realizarse una serie de modificaciones de las cuales, algunas implican una seria reducción de la potencia y un encarecimiento, por lo que no se llevan acabo en las armas de propósito general. La más importante es el tamper de material fisible que incrementa notablemente la potencia, pero también los niveles de contaminación, ya que la cantidad de uranio usada en el tamper suele ser muy grande.

Por tanto, para realizar una bomba sucia, lo primero es no realizar ninguna de las modificaciones anteriores. Así se obtendrán unos niveles de contaminación considerables.

No obstante, el término bomba sucia hace referencia a armas nucleares normales a las que se les han aplicado modificaciones cuyo fin exclusivo es maximizar la contaminación resultante. Para ello basta con rodear la bomba con una capa de un determinado material que al ser bombardeado con los neutrones de la reacción se transmute en un isótopo muy radiactivo. Los principales candidatos son metales y su uso está previsto en forma de sal (Sulfatos, nitratos, etc…) por lo que estas armas también reciben el nombre de bombas saladas.

La elección de la sustancia responsable de la futura contaminación depende del efecto que se desee obtener. Una opción es causar el mayor número de bajas en el menor tiempo posible y que además la contaminación de la zona se reduzca rápidamente (Por ejemplo para que las tropas puedan atravesarla o que vuelva a ser habitada). Esto puede conseguirse con el oro. En estado natural, el oro existe en forma de oro-197, pero si recubrimos una bomba con él, sus núcleos se transmutarán en oro-198, un isótopo muy radiactivo. Su vida media es de 2,7 días, es decir, tras ese tiempo solo la mitad del isótopo generado será radiactiva, a los 5,4 días ya solo quedaran sin desintegrar el 25% de los núcleos y así sucesivamente (Esto implica que la radiación emitida va disminuyendo). Para casos más extremos puede producirse sodio-24, un isótopo que genera una radiaciones gamma muy letales y cuya vida media es de tan solo 15 horas.

Si nos regimos por la vida media, al oro le sigue el tántalo, que genera tántalo-182, con 115 días. Cuanto mayor sea el periodo de semidesintegración, más duraderos serán los efectos contaminantes, pero menos intensos. Con características parecidas está el Zinc y sus 244 días.

Finalmente veremos el cobalto-60. Su vida media es de 5,26 años. Su radiación es menor, pero su vida media le capacita para hacer inhabitables grandes zonas durante largos periodos. Otros isótopos pueden tener vidas de miles o millones de años, pero su baja radiactividad no les hace viables para este fin.

Cobalto-60
El cobalto-60 es utilizado en instrumentos médicos como esta unidad de cobalto-60 para tratar tumores cerebrales. La peligrosidad de esta sustancia provoca que éstas máquinas estén muy controladas por las autoridades

Oficialmente, nunca se ha desarrollado una de éstas armas. A efectos de la opinión pública no darían muy buena publicidad, sobre todo por los efectos de la muerte por radiación, nada agradables y por poner en peligro a grandes áreas neutrales o aliadas. No obstante, su fabricación sería sumamente sencilla ya que bastaría con incorporar el material generador del isótopo radiactivo en la bomba.

MAD, locura en inglés o las siglas de mutua destrucción asegurada en ese idioma. Ambos conceptos bastante ligados. Explicaba el porqué ninguna de las dos superpotencias iniciaría un ataque nuclear. Al iniciarlo se condenaba, ya que gracias al nutrido arsenal nuclear del oponente, con unos pocos ataques, las principales ciudades quedarían reducidas a cenizas. Más significado cobraba este concepto con los ICBM. Centenares de lanzamientos imparables y garantizando la respuesta, ya que mientras llegaban los misiles enemigos, había tiempo para lanzar los propios (Esto fue un importante requisito en el diseño de estos misiles que culminó con el Minuteman y su concepto de motor de combustible sólido que permitía lanzamientos instantaneos).

Partiendo de que en una guerra nuclear total todo iba a desaparecer, ¿Por que no facilitar las cosas? ¿Por que gastar tantos millones en caros y complicados misiles que atemoricen al enemigo cuando podemos exterminarle de forma segura y económica?

Con bombas sucias. Bombas de Cobalto 59, cuya vida media se muestra idónea para tan macabro fin. Lo bastante corta para emitir intensas radiaciones letales para el organismo humano. Lo bastante larga como para que sus partículas lleguen hasta el último rincón del planeta. Detonadas directamente en suelo nacional. O secretamente almacenadas en países amigos. Daba igual, el Cobalto-60 mataría a todos.

Uno de los nombres propuestos para este sistema era el de Dispositivo del Día del Juicio Final (Doomsday Machine en inglés) y su construcción fue propuesta por parte estadounidense de mano de Herman Kahn, un estratega de la RAND Corporation. Todo esto está recogido en la genial película de Stanley Kubrick “Teléfono Rojo: Volamos hacia Moscú” (Título original: " Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb") del a�o 1964. De hecho, Kahn asesoró a Kubrick para la realización de la misma.


Bombas de neutrones

Las explosiones nucleares provocan daños en estructuras y organismos vivos mediante la emisión de energías de diferente tipo. Por un lado, provoca una potentísima onda expansiva y genera altas temperaturas. Son las consecuencias más directas e inmediatas, pero también está la radiación, que no por ser menos directa no es menos letal. Esta se produce de forma instantánea como consecuencia de las reacciones nucleares y posteriormente a causa de la desintegración de los residuos radiactivos.

De las que se producen en el instante de la explosión, la que aquí nos atañe es la de neutrones. Una gran cantidad de estas partículas son emitidas con niveles energéticos muy altos, y por tanto, con gran capacidad de penetración. Recordemos que, concretamente en las reacciones de fusión, se producían neutrones rápidos, los más energéticos. Estos se utilizaban para fisionar el material fisible de un eventual tamper de material fisible (U-235 o U-238).

En la línea de diseñar armas nucleares para objetivos de una clase concreta, se idearon las bombas de neutrones o de radiación aumentada para enfrentar a concentraciones de carros de combate y otros vehículos blindados. Su gruesa coraza de acero les hacía resistentes tanto al calor como a la onda expansiva, y además su elevado peso evitaba que volcasen por acción de ésta última. La solución estaba en la radiación, concretamente en los neutrones, para los que el acero no suponía una barrera eficaz.

W-66 Sprint
Cabeza nuclear de neutrones W-66

En las bombas de fusión, el flujo de neutrones generado se aprovecha para aumentar la potencia mediante los sistemas indicados anteriormente. Por el contrario, en estas armas se busca todo lo contrario, por lo que se elimina cualquier material que absorba estas partículas. De hecho, por norma se intenta maximizar el cociente radiación/potencia, es decir, producir el máximo de neutrones con la mínima potencia. Así, se reducen la onda expansiva, la energía calorífica y la contaminación posterior, y es que estas armas están también pensadas para ser usadas en combate cercano. De este modo estos efectos no afectará a las tropas amigas.

Su diseño contempla un primario estándar de fisión que inicia a la segunda etapa de fusión. Esta a su vez suele estar formada por una mezcla de deuterio y tritio puros. Ya se comentó que el tritio es un material cuyo uso conlleva complicaciones además de ser caro. No obstante, la reacción de fusión de estos dos isótopos es la que mejor resultado da en cuanto a una elevada emisión de neutrones altamente energéticos y una baja potencia total además de no requerir un primario demasiado potente. 1 kilogramo de esta mezcla (71,5% tritio y 28,5% deuterio) desarrolla una potencia total de 57,1 Kt, frente a los 64 Kt del deuteruro de litio-6 o los 82,2 de la combinación del deuterio consigo mismo.

La mitad de los individuos expuestos a 6 grays (1 gray = 1 julio de energía procedente de la radiación absorbida por un kilogramo de tejido vivo o también 1 gray = 100 rads) estarán condenados a morir en pocas horas. No obstante, con estas bombas se busca la incapacitación instantánea, por lo que se requieren dosis mucho mayores. El rango de estas bombas oscila en torno a los 80 grays. Un ejemplo práctico contempla que la detonación de una bomba de neutrones de 1 Kt matará a la tripulación de un carro de combate pesado a distancias de entre 600 y 800 metros. Hay que señalar que el acero y otros materiales de los vehículos atacados se volverán radiactivos durante uno o dos días, por lo que serán inutilizables durante ese periodo.

Otro uso que se contemplaba para estas armas era equipar a los misiles ABM (Anti-Ballistic Missile, misiles anti-balísticos. Misiles orientados a la defensa contra ICBMs enemigos). Para dejar fuera de combate a los ICBM lanzados contra el área defendida, los ABM detonarían cerca de los mismos sus bombas de neutrones y el flujo de éstos los dejaría inoperativos. También resultarían útiles para neutralizar grandes concentraciones de tropas o civiles sin afectar demasiado a las estructuras o entorno.

Sprint y Spartan
Misiles ABM Sprint (Izquierda) y Spartan

Dentro del arsenal estadounidense tenemos la W-66, desarrollada en 1974 y que debía equipar al ABM Sprint, que junto al ABM Spartan (Que portaba la W-71 y debía neutralizar las cabeza nucleares enemigas sobrecalentándolas con radiación de rayos-X) componían los vectores del sistema anti-misiles Safeguard, que se canceló al año siguiente. Por otra parte estaban la W-70-3 y W-79-0 destinadas a ser usadas contra concentraciones de carros y personal. La primera, con una potencia de 1 Kt, lanzada por el misil superficie-superficie MGM-52 Lance (120 Km de alcance) y la segunda, con una potencia que se podía variar entre los 0,1 y 1,1 Kt, como proyectil de artillería de 203,2 mm. Señalar que esta última utilizaba el ensamblaje de implosión lineal para su primario ya que éste se ajusta mejor a la forma alargada de los proyectiles de artillería.

MGM-52 Lance
Misil nuclear MGM-52 Lance, sustituyó del Honest John





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