Introducción
2 de abril de 1982, Argentina recupera por la fuerza las Islas Malvinas, colonia inglesa desde 1833. Hasta entonces, había sido deseo del país austral recuperar esas islas, y en esa operación militar éste fue llevado a cabo. No obstante en el futuro enfrentamiento la balanza se inclinaba a favor de Reino Unido, empujada por unas fuerzas militares mucho mayores, aún dejando de lado el hecho de que era una potencia nuclear. No obstante, en un conflicto como ese nadie contempló su uso.
Para volver a tomar las islas, los ingleses planearon un desembarco encuadrado
dentro de la “Operación Corporate”. A causa de la situación
geográfica del objetivo hubo que recurrir al cuerpo con más historia
de Inglaterra, la Royal Navy, y dada su condición de islas, ésta
siempre había sido muy poderosa. Además el hecho de ser una fuerza
aeronaval, gracias a sus portaaeronaves, le permitía acometer un amplio
espectro de misiones. No obstante, para alcanzar el éxito en una operación
que dependía exclusivamente de medios navales (Limitando así la
capacidad ofensiva que ofrecen el uso de los tres ejércitos de forma
combinada) y que se desarrollaría a una gran distancia de sus bases principales,
se requería la participación de numerosos buques que supliesen
cualquier carencia ocasionada por estos dos factores. Así, la Royal Navy
envió a la zona un conglomerado de buques de diferentes clases, desde
portaaeronaves hasta submarinos, pasando por buques de suministros. El éxito
de la anexión argentina peligraba seriamente.
HMS COnqueror, submarino nuclear inglés que torpedeó y hundió el
ARA Belgrano en la guerra de las Malvinas
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Máximo Nicoletti
A pesar de ser un terrorista para el estado, Máximo Nicoletti fue solicitado por las fuerzas militares argentinas con el fin de sacar provecho a sus conocimientos y experiencia referentes a la lucha armada encubierta, y es que en el amor y en la guerra todo vale.
Máximo Nicoletti
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Esto haría pensar que Nicoletti no era una persona demasiado querida por la Armada Argentina, y así era. Fue capturado por el Grupo de Tareas 33/2 de la Escuela de Mecanica de la Armada (ESMA) a finales de la década, pero en lugar de recibir un escarmiento, logró serle útil a sus captores, delatando y facilitando la detención de sus compañeros mientras los identificaba en patrullas callejeras que realizaba junto al personal de la Armada. A partir de ahí, sus relaciones con la autoridad argentina mejoraron, hasta el punto de que se le encomendó la misión de realizar un ataque similar al perpetrado contra la fragata Santísima Trinidad, pero en este caso, contra un buque chileno. Esto se debió a las crecientes tensiones con el país vecino a causa de las discusiones por el Canal de Beagle durante 1978, no obstante, no se llegó a las armas y el ataque fue cancelado. Más tarde fue enviado a Venezuela para realizar labores de inteligencia para la Armada. Fue descubierto y ahí terminaron sus actividades… por el momento.
Habiendo saldado su deuda con la Armada, viajó a Estados Unidos quedándose en Miami. El 2 de Abril de 1982, se enteró a través de los noticieros de la toma de las Malvinas por parte de Argentina. Esa misma tarde llama a Buenos Aires suponiendo que es probable que le necesiten y le informan que ya están analizando una posible acción. Al día siguiente le llaman ordenándole regresar a Argentina.
Otra misión de la Armada
La situación no pintaba bien para Argentina. A pesar de la ventaja de jugar en casa, la Royal Navy era un oponente muy serio y dadas las fuerzas desplazadas se perfilaba como idónea la doctrina de combatir superioridad con ingenio, y en este caso, sería en forma de una acción poco ortodoxa.
Como ya dijimos, para suplir las carencias del uso de los 3 ejércitos de forma combinada, la Royal Navy desplazó hacia la zona un importante número de buques militares, y siendo esta armada la más poderosa de Europa, eso significaba la carencia de un buen porcentaje de buques dentro de la OTAN. En plena guerra fría, dejando de lado la guerra nuclear total, lo que más se temía era la invasión de Europa Occidental por parte de fuerzas del Pacto de Varsovia en un ataque relámpago que implicaba tomar grandes extensiones de terreno a gran velocidad, para impedir la llegada de refuerzos estadounidenses a tiempo. A pesar de que se discutió (Y se discute) mucho sobre el éxito de esta invasión, en esos momentos era tomada como una amenaza real, y lo que realmente se pretendía, más que repeler el ataque soviético, era retrasarlo para dar tiempo a la llegada de refuerzos. En este plan, las fuerzas navales de la OTAN eran una pieza importante.
Acertada o no la estrategia de la OTAN, el Almirante Jorge Isaac Anaya, de la Armada argentina, pensaba de forma similar e ideó un plan para hacer desaparecer del hemisferio austral a los buques ingleses que amenazaban la anexión de las Malvinas sin necesidad de hundirlos o atacarles. Para lograrlo pensó atacar a la Royal Navy en una de sus bases europeas, con el fin de hacer ver a la OTAN mediante un incidente tan inesperado que era vulnerable, y que dada la amenaza del Pacto de Varsovia, no era recomendable prescindir de todos esos buques. A fin de cuentas, Reino Unido tenía un compromiso con el resto de países europeos al formar parte de la OTAN, y éstos podrían protestar para que ese importante contingente naval volviese al continente.
El ataque planeado por Anaya consistía en hundir un buque inglés en Europa, y para aumentar el impacto del incidente, este debía ser un buque de guerra, evitando así además, posibles condenas internacionales por atacar un navío civil. En cuanto a la elección de la base, no era factible una en Reino Unido, ya que unos argentinos levantarían demasiadas sospechas, por lo que se perfiló como idónea la ubicada en la colonia inglesa de Gibraltar. Además, la elección de ésta ofrecía la ventaja de un entorno mucho más favorable al operar el comando desde España, un país donde no tendrían problemas de idioma y llamarían mucho menos la atención.
Aún así, la operación no se presentaba fácil, y la Armada no dudó a la hora de escoger a Nicolettí para la arriesgada misión. Además de tener gran experiencia en ese campo, al ser un antiguo guerrillero y no un miembro de las fuerzas armadas argentinas, en caso de ser descubierto, el gobierno Argentino podría negar cualquier implicación. Respecto a la organización del comando, Anaya confió esa tarea al Almirante Eduardo Morris Girling, que incluyó en el mismo a otros dos ex-montoneros; Antonio Nelson Latorre alias “el Pelado Diego”, otro experimentado guerrillero y a “el Marciano”, que también tenía experiencia como buzo. Como enlace y acompañando al comando se encontraba el Capitán Hector Rosales. Actualmente, solo siguen vivos Nicoletti y el Marciano, desconociéndose a día de hoy su identidad, ya que prefiere mantenerla en secreto, no obstante, si se sabe que se encuentra ocupando un cargo en un organismo internacional localizado en Nueva York. A pesar de la labor de Girling, Anaya era quien tenía el mando directo sobre la operación.